Salgo apurado de mi casa. Hace mucho calor, camino y tomo la primera micro que encuentro, pienso: “¿micro directa o micro y metro?”, opto por la segunda opción.
Llego a Providencia, metro Los Leones. Mucha gente, como siempre, todos apretados; me salgo y voy al paseo Las Palmas, llamo a la Javi para preguntarle en qué tienda venden las entradas para así comprar una (“para variar el ultimo día” pienso); la Javi me contesta medio dormida: “en Sonar”, me dice… voy a Sonar, y ¡sorpresa! no quedan entradas. Salgo del paseo Las Palmas, entro a Sonik, tienda de ropa supuestamente de segunda mano y ”alterna”, cuyos precios no bajan de los 12 mil pesos; le pregunto a la cajera por entradas, y si, si tienen, aliviado compro una.
Salgo de la tienda. 18:45, ¿alcanzaré a ir a tomarme algo con mis perros? me arriesgo, tomo el metro: cola, multitud, ahogo, calor inhumano; veo cómo un señor tiene que bajarse obligadamente del metro debido a la cantidad de gente; miro silenciosamente y repudio a las señoras que se dan el derecho a empujar y hacerce camino sólo porque son señoras “de edad”. Me bajo en los Heroes y camino hacia el siempre bien ponderado Carmobar.
Preparo mi entrada, decido comprar una cerveza para no llegar con las manos vacías. En el camino me encuentro con el buen Valdemar y Lucho de fotocopias (“que nostalgia”); y ahí están ellos, los autodenominados “perros” y arriba de la mesa por lo menos siete botellas vacías y contando. Los saludo, y ellos sin ni siquiera devolverme el saludos me preguntan si finalmente voy a la Sierra, y sin dejarme responder bromean una vez más sobre la polera que llevo puesta (¿Qué les dio con que mis poleras son las mismas que usa el Benja Vicuña? no importa, me causa gracia) me río con ellos; me siento y preparo mi primer vaso de cerveza.
Charlamos sobre la universidad, las futuras oportunidades, los futuros viajes (segundo vaso); Jorge me cuenta orgulloso su último encuentro con Paola –ídola del momento- Andreucci, y luego todos debatimos sobre su idea de tesis: ¿TRO y sistemas familiares? todos opinamos y proponemos, aunque Jorge haya creído que lo atacábamos. Cambio de tema, ya ni me acuerdo. Sebastián se despide. Jorge se levanta a comprar más cerveza.
19:50, hora de partir, quedo de juntarme a las 20:00 con la Javi en el Normandie. Me despido, les cuento donde voy, les propongo una llamada luego del concierto para algún panorama.
Camino impaciente, pero no apurado. Llego en menos del 10 minutos al Normandie, miro a la gente y no hay tanta cola, me uno a ellos y espero; repentinamente comienza a llegar la gente y poco a poco me siento rodeado de freaks devotos a Super45.cl y Berenjena (“soy tan indie, ABC1 y estiloso, pero súper sencillo, escucho a puros grupos desconocidos, nada mainstream”), sonrío un rato, prefiero estar allí que en alguna disco de moda perreando. Me llama la Javi, no encuentra estacionamiento, la chica al lado mío –colega por cierto, e interesada en Psicología comunitaria, pude escuchar todo lo que conversó con su amiga- dice que abrirán las puertas en 15 minutos más. Veo el auto de la Javi pasar.
Llega la Javi al mismo tiempo en que comienzan a abrir las puertas, me saluda y sonríe. Entramos, buscamos un buen asiento; me cuenta su día: traducción y más traducción, luego se levanta a comprar algo para tomar y vuelve con una Pepsi Light y una bolsita de Old England Toffee. Ahora es mi turno, me levanto, voy al baño (recuerdo cuando en ese mismo lugar vi Dogville junto a Pedrín), vuelvo a mi asiento con una bolsa de ricas –y caras- almendras confitadas, de esas con forma de huevitos de colores. Miramos a la gente, comentamos, nos reímos, le pregunto que hará luego del concierto, me responde con una “puta, sabía que me ibas a preguntar eso” y se lamenta diciendo que debe seguir traduciendo.
Apagan las luces, el público grita, se abren las cortinas y vemos a dos personas con aires infantiles en el escenario, “Somos Denver y venimos de San Felipe”, la gente aplaude y comienzan a tocar. Tocan más de lo debido. Se parecen extremadamente mucho a Javiera Mena y Gepe. Para la última canción, la niña –con la vista un tanto extraña- llega al escenario con un cometa pegado a la espalda en forma de alas, reímos y bromeamos. Terminan, por fin.
Se prenden las luces, miro al lado y en el pasillo se levanta un hombre alto y barbón, se dirige a la puerta que da tras bambalinas, era José Gonzalez. Le cuento a la Javi que José Gonzalez estaba entre el público viendo el “show”, frente a lo cual me dice que ella ni idea como es en persona.
Se apagan nuevamente las luces, el público grita aún más fuerte. Comienzo a sentir nervios, de esos nervios ricos, auguro un buen show, calmado, lindo. Se abren las cortinas, entra el mismo hombre a quien antes vi, con otra polera, sonriendo y calmado… se sienta en una silla ubicada al centro del escenario, toma su guitarra, la afina y comienza a cantar. Sonrío. Lenta y calmadamente me hundo en el asiento mientras se me eriza la piel, y no hago nada más que escuchar.
(teardrop)
(fold)
(broken arrows)
(heartbeats)
Que lindo primer concierto del año.
1 comentario:
nunca está demás poner los créditos de los videos.
gracias por los links igual.
Publicar un comentario