4 ene 2008

autoevaluación individual

Mi autoevaluación en uno de los últimos procesos que estoy viviendo como Psicólogo en formación en la universidad:
Siento que podría llegar a ser consensual en cualquier persona con la vocación clínica la idea de que facilitar un proceso psicoterapéutico es una instancia crucial para el desarrollo profesional e incluso personal. En mi caso, estos últimos meses me he visto en constante de la psicoterapia que he ayudado a llevar a cabo.

A medida van avanzando los años en Psicología, por diversas cátedras nos convertimos en expertos respecto a la teoría de la psicoterapia (que las diferencias entre los enfoques, que este autor aportó tal cosa, etc.) y de a poco nos vamos sintiendo más competentes para este arte. Así es como me sentía yo al comenzar este taller: con la motivación necesaria, con buenas experiencias relacionadas a entrevistas iniciales a pacientes (por ejemplo en el psiquiátrico y en una de las pre prácticas), buenos comentarios al hacer rol playing en otras cátedras, conocimiento adecuando en psicodiagnóstico, y por último, bien evaluado en informes clínicos o aportes en clases. A partir de esto no tuve problemas en comenzar las sesiones psicodiagnósticas, siempre abierto a las retroalimentaciones de la supervisión y al constante diálogo con mi co terapeuta, llegando hasta el final de dichas sesiones donde teníamos ya una idea clara respecto al conflicto de la paciente, a lo que trataríamos en las siguientes sesiones y las dificultades y facilidades que eventualmente podríamos llegar a tener.

Hago un corte aquí para mencionar que la psicoterapia para mí siempre ha sido algo bastante mítico; si bien he asistido a psicoterapia personal desde hace ya un par de años, siempre me sentí con la necesidad de “cosificarla”, de desglosarla en principios y pasos, cosa de si eventualmente tenía que ponerme en el rol de psicólogo, podría implementarla sin ningún problema. Pero al hacer esto, caí en un error fundamental: la psicoterapia no se aprende por libros, sino que comprende un proceso netamente experiencial, donde la teoría sirve de apoyo, de escenario.

A partir de lo mencionado anteriormente, llegó el momento de comenzar la terapia, y luego de la primera o segunda sesión caí en algo fundamental, ¡no sabía hacer terapia! ¿Qué cómo logro que se conecte con sus emociones?¿cómo la ayudo a lograr una identidad propia? Y desde ahí comencé a darme cuenta que la psicoterapia era un proceso gradual y que en la mayoría de los momentos valía mucho más el manejo de habilidades personales como la empatía y la contención.

A resumidas cuentas, el haber vivenciado este proceso me ayudó a entender que si bien yo soy el que se “disfraza” de profesional, el camino en psicoterapia no es unidireccional, sino que holístico. El mismo reconocimiento y evolución de la contratransferencia me ayudó a soportar en buena medida la frustración y ansiedad al momento en que nos veíamos estancados sin saber qué hacer, o bajo este mismo sentimiento de no tener idea absoluta sobre la intervención clínica.

1 comentario:

Seba dijo...

Cuanta verdad hay en tus palabras. La preparación teórica da una ilusión de conocimiento práctico que, cuando te ves en sesión, poco sirve. Como tú bien dices es un escenario, una muestra de lo que puede suceder, pero la teoría no te prepara para los pacientes, ¿cómo describir cada persona, cada matiz y cada intervención posible en un texto?. A mi parecer la psicoterapia es una co-construcción entre el paciente y el terapeuta, un espacio donde se da un proceso de sanación, de conocimiento, donde ambas partes aprenden de la experiencia y aprehenden la experiencia. Cada paciente es un desafío, un proceso completamente diferente al anterior y que nos enriquece como profesionales.

Saludos.

Seba.