Estoy sentado en mi pieza, mirando mi acuario y recordando... o más bién tratando de buscar imágenes claras para entender sensaciones mas bien borrosas, o nuevas.
Mi tata está enfermito del corazón y lo operan mañana jueves bien temprano; y por eso de pronto me encuentro jugando en un patio muy grande, lleno de verde, montañas y de pasadizos secretos. Cuando era pequeñito jugaba harto sólo, entonces tenía muchos mundos, y un patio grande, muy grande. Mi pelo es más claro y mis piernas más flaquitas; Hay ciruelas, higueras, damascos, varios parrones y el pasto es muy largo. Mi tata es del sur (San Javier), entonces crecí con gallinas, conejos, perros y gatos, el Cholo y el Copo fueron los primeros perros que recuerdo y que en algún momento me acompañaron en los viajes, el Cholo sonreía cuando se lo pedían, en serio.
Con mis papás vivíamos en el mismo terreno que el de él con mi abuelita, estos son mis abuelos paternos, y muuucho antes, vivíamos con mis abuelos maternos (esos son otros recuerdos a los que algún día también recurriré).
Mi mamá está trabajando y mi papá en la Universidad, y yo sigo en ese jardín, jugando a cualquier cosa, mirando esa grán piscina que me refrescó tantos veranos, sacando los caracoles de su escondite y buscando chinitas. Llega mi tata, después de plantar algún arblito, o después de juntar algún cachureo, o después de conversar horas con el señor del almacén de la esquina o la señora de la botillería de la otra esquina, me toma de la mano y me va a dejar al Jardín Infantil, de pasada mi abuelita me da un grán beso de despedida.
Los días en que me quedaba llorando en el jardín, mi tata se aparecía entre las rejas justo en las horas de recreo, entonces me saludaba a lo lejos, así como diciendo
"aquí estoy, no te voy a dejar solo, voy y vuelvo y de ahí nos encontramos", y yo sonreía, y me tranquilizaba, y entonces seguía jugando.
En ese jardín hoy trato de encontrarme, muy presente en mi cabeza, ahí encuentro mis primeros pasos, sonrisas, mis primeras canciones, siempre recuerdo el verde, un verde muy intenso, sobretodo cuando llegaba la primavera, porque todo florecía y el jardín se iluminaba, observaba con paciencia cómo esas flores se convertían en frutas verdes, después eran maduras, y después se caían. Me siento de vuelta jugando, muy muy solo, imaginándome seres y consolándome bajo el sol, y mi tata por ahí rondando, siempre con una sonrisa en la cara, y con algo asombroso que mostrarme.
En momentos como estos es cuando siento que la vida está realmente viva.